Barbarie y memoria: notas sobre las «Cartografías del infortunio» de Carlos Colombino

por Hugo Mendieta

En este 2024 se cumplieron 35 años del golpe que derrocó a Alfredo Stroessner, luego de un poco más de 34 años de tiranía de su camarilla criminal, gestionada con el apoyo del imperialismo nortamericano. Esto no es para menos viendo lo que sucede con el complejo social paraguayo y, teniendo en cuenta que en la historia yacen algunas claves de nuestro presente, revisitar la arqueología artística contestataria al autoritarismo de ese período es una tarea equivalente a acudir al hospital y escuchar las posibles causas y opciones de tratamiento ante una enfermedad que se creía a priori natural y eterna, aunque no lo sea.

Está claro que la historia por sí misma no es capaz de realizarse sino que sucede por la intervención social[1] y que la narrativa histórica tiene sus cimientos en la interacción entre la experiencia del narrador y su tiempo; al aproximarnos a la historia paraguaya (por fuera del fetichismo) es inevitable recordar las líneas que escribió el historiador británico Christopher Hill, en relación a pensar(nos) a través de nuestra historia: «la historia tiene que ser reescrita en cada generación porque, aunque el pasado no cambia, el presente sí lo hace; cada generación se hace nuevas preguntas sobre el pasado y encuentra nuevas áreas de sintonía conforme vuelve a vivir diferentes aspectos de la experiencia de sus predecesores»[2]. Asimismo, Walter Benjamin nos ofrece una perspectiva lúcida en su tesis VI sobre el concepto de historia, al afirmar que organizar el pasado es «apoderarse de un recuerdo tal y como relampaguea en el instante de un peligro»[3].

En el marco de este recordatorio simbólico, a más de tres décadas de la pretendida «transición democrática», la actualidad nos empuja a adentrarnos y profundizar la historia y la cultura de un proceso inacabado (incluso para la democracia liberal). Al ponernos a leer y escuchar las aberrantes intervenciones de una mayoría de actores estatales nos enfrentamos a una multiplicidad de cuestionamientos (que de alguna u otra forma se representan en las obras de Carlos Colombino) en torno a la configuración general de la historia, las posibilidades y límites de la memoria, cómo se expresan los anhelos y las denuncias, cómo se responde ante la represión contemporánea, de qué sirve el recuerdo, etc.

El arte de Carlos Colombino

Es así que la propuesta del CAV/Museo del Barro con la muestra artística «Cartografías del Infortunio. La memoria inexpugnable de Carlos Colombino» —curada por Cynthia Pecci y con expografía de Osvaldo Salerno— es necesaria en tanto que, en palabras de Évald Iliénkov, «el arte no solo forma la capacidad de comprender obras de arte, sino también una sensibilidad humana universal, la capacidad de ver y percibir el mundo con los ojos desarrollados de toda la humanidad, de toda la cultura»[4]. De igual modo, el arte es un campo expresivo en el que se reproducen y exponen las contradicciones de las relaciones sociales, que se concibe primariamente hacia lo sensorial, sin embargo, su significación puede apuntar a superarlo.

 

Para comprender con mayor amplitud las implicaciones de las «Cartografías del Infortunio» es menester mencionar al autor de las xilopinturas[5]: Carlos Colombino, nacido en Concepción, fue un artista que desarrolló varios medios de expresión que a día de hoy conforman un acervo sistemático de memoria historica en contraposición al «sistema contradictorio (al mismo tiempo retrógrado y desarrollista, simultáneamente nacionalista y cipayo, tanto populista como oligárquico, indigenista como etnocida)... » que, a su vez, «conformaron un común espacio de autoritarismo compartido por discursos diferentes»[6].

Este acervo es una demostración de la creatividad para pensar de forma alternativa al stronismo —y de su continuación en el cartismo[7], ahora— y sensibilizarnos a través de la belleza posible, incluso en el contexto de infortunio paraguayo.

Colombino desarrolló su obra por medio de varios formatos artísticos (también incursionó en la literatura como Esteban Cabañas), algo que él mismo describió de la siguiente manera: «entre Cabañas y Colombino no existe fusión, son canales distintos, son dos medios expresivos. Dentro de mi labor visual practico más variantes todavía; pues se da, por un lado, la pintura; por el otro lado, el grabado. Trabajo en formas expresivas diferentes porque cada uno expresa cosas distintas»[8]. La relación consciente de Colombino con su realidad se transfiere a través de este canal (en el caso de las Cartografías, la xilopintura) para representar alegóricamente escenas históricas y, aún más allá, dinámicas sociales viciadas que siguen vigentes.

Las Cartografías del Infortunio

Las «Cartografías del Infortunio» presentan imágenes de dos períodos subsecuentes: el stronismo y el post-stronismo. Los cuadros que se muestran van desde desde los distintos jueces (1977, 1987 y 2010), hasta Los nuevos caníbales (1989), La violación (1990), La silla (1993) y El retrato cumplido (2010); a estas obras se le agrega como anexo el momento en que un tribunal condenó a 35 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad al torturador stronista Eusebio Torres Romero, a principio de este año. Este hecho se adhiere orgánicamente al conjunto crítico-jurídico (el derecho como abstracción sin vida) y al aparato represivo estatal, presente en las xilopinturas de diversas formas.

El sistema judicial aparece con sus funcionarios deformes, horrendos y viciados por las relaciones que articulan las normas y fuerzan su aplicación. En El Juez de 1977 se exhibe con mayor crudeza la posición colaborativa y activa del magistrado en las represiones, persecuciones, detenciones, torturas y desapariciones. En el de 1987, cambia su posición, parece cegado y encerrado dentro de los marcos limítrofes autoritarios que en un principio ayudó a consolidar.

 

Estas obras representan la barbarie de un régimen que detuvo y torturó a más de 18 mil personas, exilió a más de 3 mil y desapareció a más de 300 (según el Informe Final de la CVJ). Y es así que, tal como menciona Benjamin, «no hay un solo documento de cultura que no sea, a la vez, uno de barbarie. Y como ninguno de ellos está libre de barbarie, tampoco lo está el proceso de transmisión por el cual ha pasado de uno a otro» (Benjamin, 2024, p. 28). Con estas crueles representaciones podemos ver un contraste notable con la aproximación que tiene la cultura oficial hacia quienes sufrieron ese sistema. Y es que para buscar la redención de la memoria primero tenemos que entender los relámpagos históricos (ejemplo: los personajes que representan las dinámicas sociales) y su influencia en la actualidad.

El sistema stronista encontró su continuación transicional en el cartismo —en este tiempo, gestionado por el gobierno de Santiago Peña— que constantemente reivindica las políticas autoritarias del pasado, ejecutadas por esos jueces. ¿Son Los nuevos caníbales? ¿Qué pasó con los otros caníbales impunes? Lo que nos queda claro es que las injusticias y la barbarie stronista aún tienen peso porque siguen presentes, la memoria y la verdad todavía no pueden sobreponerse y no lo harán por sí mismas. Es ahí donde la acción consciente juega un papel determinante.

Ver, discutir e interpretar la crítica que presenta Colombino merece la pena en el proceso de reencarnar nuestra historia y en la construcción de una sociedad alternativa a la que se configura por el capital y que es legado del stronismo (con sus propias especificidades). Las xilopinturas que forman parte de esta muestra ofrecen una radiografía del alto grado de sensibilidad y agudeza del artista — además de servir de perfil crítico en la historia— personificando los versos que supo escribir alguna vez Walt Whitman, en sus Hojas de hierba [Canto a mí mismo, 37]: «Encarno todas las presencias fuera de ley y todos los sufrimientos; / Me veo en la prisión cual si fuera otro hombre, / Y siento el dolor sordo y continuo».

NOTAS Y REFERENCIAS

[1] Karl Marx y Friedrich Engels, La Sagrada Familia, o crítica de la crítica crítica contra Bruno Bauer y consortes, trad. C. Liacho (e-book), Akal, 2019, 88.

[2] Christopher Hill, El mundo trastornado: El ideario popular extremista en la revolución inglesa del siglo XVII, trad. M. del Carmen Ruiz (1.ª ed., 1.ª reimp.), Siglo XXI, 4.

[3] Walter Benjamin, Sobre el concepto de historia. Seguido de Anexos, trad. LOUK (e-book), 2Cuadrados, 2024, 26.

[4] É. V. Iliénkov, Obras escogidas. Volumen III, ed. 2Cuadrados, trad. VV.AA., 2Cuadrados, 2022, 275.

[5] «La xilopintura es una técnica creada por Carlos Colombino, que consiste en tallar la matriz del xilograbado pero abstenerse de copiar. Esta matriz es tratada no como medio para luego estampar el papel sino como la obra en sí misma. La madera luego se trabaja con pintura al óleo». Fuente: Galería Exaedro.

[6] Ticio Escobar, Contestaciones, arte y política desde América Latina: Textos reunidos de Ticio Escobar (1982-2021), CLACSO, 2021, 191.

[7] Denominación genérica del movimiento del Partido Colorado (ANR) que responde al liderazgo del ex-presidente Horacio Cartes.

[8] Víctor V. Suárez, ed., Proceso de la literatura paraguaya: Perfil histórico, bibliografía y entrevistas a los más destacados escritores paraguayos (edición corregida y aumentada), Fondec, Fondo Nacional de la Cultura y las Artes, 2011, 371.