Porvenir

PORVENIR

por DamiánCabrera

 

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Se hace de la expectativa una mezcla de aspiraciones íntimas y sueños comunes, y algo que ambos momentos comparten es su cifra de tiempo, puesto que, para una voluntad activa, en el futuro se aloja la máxima potencialidad de un ideal. Trabajar para alcanzar el futuro implica, pues, el establecimiento de garantías sostenibles para las formas que debería asumir la vida en relación con el deseo–privado, colectivo–.

Pero este trabajo y el deseo que lo moviliza pueden enfrentarse al obstáculo de una interrupción: un deseo contradictorio, una arquitectura poderosa que constriñe la expectativa diferente en tanto esta se aleja de las formas dictadas y dominantes impulsa mecanismos correctivos. Y esto es experimentado como un golpe.

Impacto desestabilizador y desintegrador, el golpe desordena también el tiempo, y mancilla la posibilidad del porvenir. El tiempo bueno es reemplazado por un tiempo árido que demanda una reorganización de la vida, que asume, en respuesta, formas que la sostengan en los márgenes de lo posible y lo soñado.

Preocupaciones contemporáneas sobre el presente y el futuro de lo político giran en torno a aspectos macropolíticos que incluyen las protestas sociales, hasta momentos micropolíticos que disputan el sentido en las fronteras de lo íntimo. Pero los límites entre uno y otro ámbito pueden volverse difusos, y las imaginaciones del porvenir habitan territorios cada vez más comunes en que lo particular se inscribe en lo compartido.

 

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Ocurridos hace diez años, la masacre de Curuguaty y el golpe de Estado de 2012 supusieron un momento de articulación histórica de las resistencias ciudadanas en Paraguay contra funciones de poder que entonces recuperaban una posición de centralidad en la esfera política pública. Individualidades provenientes del ámbito corporativo, sectores conservadores, sujetos ligados al crimen organizado o la tradición partidista de derechas convergían en una apuesta por manipular y tomar los poderes del Estado.

Una singularidad–aunque no excepcional– de dichas resistencias movilizadas había radicado acaso en su tendencia a apelar a registros poéticos para enunciar zonas conflictivas de lo común macropolítico sometido a la interrupción del golpe. Esto apareció en distintos registros: al nivel de la expresividad ciudadana activista; pero también en el lenguaje de las artes visuales que, como pocas veces se ha visto en Paraguay, generó una conversación sostenida y compleja sobre este episodio. El primer resultado de esta deriva fue la puesta en duda de la narrativa dominante y criminalizante de las luchas sociales, y el énfasis en la asunción de los acontecimientos en torno a la masacre en clave de interrogante.

Tomado el poder del Estado por la vía electoral, de pronto el Paraguay ingresó en una fecha sin futuros aparentes. Tanto la posibilidad de programas de infraestructura pública fue robada a la ciudadanía, como el endeudamiento y el impulso de legislación constrictora de derechos sociales configura un modelo judicial que persigue y criminaliza a campesinos, indígenas y estudiantes; cuyas vidas también se encuentran en situación de vulnerabilidad.

 

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Pasados los golpes, pasadas las fechas de los acontecimientos políticos históricos devenidos hitos, el trabajo por alcanzar el futuro de la política puede requerir una reorganización de potencias, de modo que sujetos y colectivos sean capaces de reagrupar la vitalidad desactivada. Asimismo, se hace necesario identificar modos de responder con más vehemencia a los mecanismos del poder que restringen la posibilidad de formas imaginativas a las que pensamientos y prácticas disidentes aspiran.

A diez años de la masacre de Curuguaty y el golpe de Estado de 2012, los hilos invisibles de una administración policíaca de lo común que empezaban a entramarse contra la voluntad y el sueño populares comparecen ya con todos sus colores y su amenaza. Se trata, pues, de un continuismo en formas de hacer política que obliteran el derecho a la diferencia y configuran un programa de paisaje socioculturalhomogeneizante y estéril.

El giro que asume la temporalidad en Paraguay en los últimos diez años supone una expropiación del futuro, al menos bajo una de sus formas. Promesas de restitución ante el trauma de la deportación interna, de reparación ante los filos de la tortura y la desaparición, promesas del sueño al derecho de habitar territorios lingüísticos propios o construir imaginativamente con los lenguajes de la cultura diferente son empujadas a un horizonte incierto, disputado cada vez más por los programas corporativos y extractivistas de los capitales privados cuyas formas neoliberales coinciden con e instrumentalizan una persistencia fascista contemporánea que cobra popularidad local, regional y globalmente.

 

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Frente a este panorama en que el sueño transita cada vez más el lugar de un imposible, imágenes de la resistencia que conforman un paisaje común, de lenguajes que convergen en distintos niveles pese a sus especificidades pulsan por llamar elfuturo donde el tiempo, se ha dicho, ya no es, se ha disuelto.

Los códigos tradicionales de las manifestaciones campesinas e indígenas siguen constituyendoun repertorio movilizador e interpelante, que asume, a través de la reproducción en línea, un potencial amplificador. En el contexto de la barbariede los desalojos, los medios tecnológicos de información posibilitan elestablecimiento de canales de comunicación con las resistencias ciudadanas y la generación de empatía. En ese sentido, miradas fotográficas abordan consensibilidad los gestos de las marchas, de las movilizaciones y la represión: se trata, pues, de una mirada solidaria y de conmiseración que opera una traducción de modo a tornar sensible el acontecimiento.

Las redes sociales se han vuelto un canal para la divulgación de interpretaciones fotográficas delas resistencias populares; en las que, en ocasiones, expresiones tradicionales aparecen resignificadas o nuevas formas irrumpen de forma irreverente. Pero en estos canales, la ilustración también se ha vuelto un modo de interpretación que apela a tornar sensibles y duraderas imágenes destinadas a la obsolescenciade lo efímero.

Formas de resistenciacontra el poder político, religioso, mediático, machista y patriarcal seasientan, en cierta medida, en la posibilidad de enunciación del abuso acallado. La palabra amplificada y recontextualizada no sólo torna visible y audible eltrauma, sino que se instituye en respuesta contra-narrativa en contextos en quela autoridad para instalar relatos está capturada por los propios abusadores.

Interpretar el presente de los extractivismos neoliberales requiere pensar desde un lugar desplazado del antropocentrismo. Si bien estas prácticas poseen efectos sobrela vida humana  –especialmente sobre lasculturas diferentes cuyas condiciones de posibilidad se encuentran hoydramáticamente amenazadas– el contexto del deterioro ambiental y del cambioclimático requiere ser discutido desde una posición que considere lo humano noen articulación con la naturaleza sino desde la naturaleza. Activismosciudadanos, campesinos e indígenas están construyendo consciencia sobre esteaspecto, y se han movilizado en la defensa de la naturaleza con un enfoque ecológico crítico.

Menos audibles que el testimonio de la protesta civil, los ámbitos de lo íntimo en el Paraguay deben asumir el esfuerzo doble de inscribir la voluntad, el sueño, el deseo yla diferencia en un complejo que implica la experiencia de la propia vitalidad frente a los aparatos de un espacio común en que los sentidos son disputados deforma asimétrica. Las disidencias sexogenéricas en Paraguay comparten parcialmente territorios con las luchas feministas y comienzan a perforar uncerco mediático de modo a establecer a instituirse en agentes de habla con autonomía.

Esta exposición exhibe distintas formas visuales, discursivas y poéticas que levantan preguntas en torno a los estatutos contemporáneos de la expresión de lo político en el Paraguay, así como las imaginaciones de lo íntimo y lo común que se cifran en la experiencia del tiempo vivido y soñado.